
CAROLINA SAMPOR
MABEL Y ANALÍA ROGRÍGUEZ
de la Asoc. Qomlashepi Onataxanaxaipi
QR– Cestería
2018-2019
Cestería
Chaco, Argentina
107 x 105 cm
Se puede escanear el QR para ver el video, sobre como se hizo esta obra, o seguir el enlace:
http://www.joaquinfargas.com/wp-content/tekne/tekne1.php
Fortín Lavalle se encuentra a 260 Km de Resistencia, capital de la Provincia del Chaco. Allí, en ese paraje de casi 700 habitantes, un grupo de mujeres qom fundó, en 2013, la Cooperativa QomlashepiOnataxanaxaipi para organizar el trabajo artesanal que venían realizando de manera individual. Primero fueron pocas, al poco tiempo se sumaron algunas más y hoy son casi treinta «mujeres indígenas trabajadoras», tal como se traduce del nombre que eligieron.
Van al monte muy temprano, cuando todavía es de noche. Se separan en pequeños grupos y recorren la espesura agreste en busca de palma. Luego, clasifican las hojas recolectadas y las ponen a secar, especialmente en esos días de impetuoso viento norte y furioso calor. Baqueanas de la naturaleza, las mujeres también cosechan algunas plantas nativas que utilizarán para lograr los tintes que brindan sus fibras. Finalmente, como la idea que las convocó desde el principio, las artesanas comparten su labor. Cada día se reúnen a trabajar en su propio local, compartiendo la tarea creativa pero también sus historias cotidianas, proyectos y desafíos, avatares donde el paisaje tiene mucho horizonte y el monte seduce con su reverdecer, como la renovada esperanza de las Qomlashepi Onataxanaxaipi.
Analía y Mabel Rodríguez, herederas de la cestería, trabajan las hojas de palma desde siempre. Saberes ancestrales transmitidos a través del tiempo, de generación en generación, especialmente entre las mujeres de la comunidad. Hoy, ellas mantienen vigente una herencia de siglos, un oficio afianzado en el hacer.
La Cooperativa Qomlashepi Onataxanaxaipitrabaja la palma carandilla (lagaxarai en lengua qom). Es una palmera que crece en el monte chaqueño. Sus hojas están cubiertas por una fina cera que las hace resistentes y a la vez flexibles, lo que sumado a los saberes de la comunidad permite la creación de artesanías delicadas y perdurables. Dependiendo el uso, varía el tratamiento de las hojas: pueden utilizarse húmedas (recién extraídas) o secas (expuestas al sol durante varios días). Una vez que las hojas están en condiciones, se realizan artesanías mediante distintas técnicas y de manera individual, familiar o grupal. Muchas veces los niños y hombres de la comunidad acompañan y participan. Crean juguetes, adornos, canastos, sombreros, cestos, utilitarios, ornamentos personales y un sinfín de otras sorprendentes piezas de arte indígena. Además, en su centro comunitario reciben a visitantes y realizan recorridos por el monte.
Carolina Sampor – Noviembre 2018