FLORENCIA CALIFANO
EUSEBIA REYNAGA

QR-Terracota
2017
Bizcocho cerámico rojo, engobado y esmaltado
Jujuy, Argentina
37 x 37 cm

Se puede escanear el QR para ver el video, sobre como se hizo esta obra, o seguir el enlace:

http://www.joaquinfargas.com/wp-content/tekne/tekne11.php

Hace 14 años que somos amigas con Eusebia Reynaga. Nos conocimos casualmente cuando estaba armando el taller de cerámica del Museo Acosta Cerra en San Salvador de Jujuy. Eusebia se anotó como alumna porque quería aprender a «esmaltar y decorar». Esto me produjo mucha curiosidad y empecé a preguntarle más cosas de su vida. Descubrí que es una gran ceramista oriunda del pueblo de Chagua (Bolivia), un pueblo alfarero ubicado en la frontera con Argentina y que vivía en San Salvador de Jujuy desde los 18 años.  Me contó que aprendió a hacer cerámica desde chica porque su abuela le enseñó el oficio. Hacían muchas ollas para llevar a las distintas ferias, como la «Manka Fiesta» que se hace en el mes de octubre en La Quiaca.
Desde ese momento nos hicimos amigas y comenzamos a trabajar juntas dictando talleres de cerámica en museos y centros culturales. Enseñamos el oficio alfarero en el Museo Pasquini López de San Salvador de Jujuy, donde luego Eusebia estuvo 1 O años dictando el taller de cerámica tradicional. Gracias al trabajo en estos talleres, Eusebia logró adquirir un horno eléctrico que la ayuda muchísimo a agilizar su trabajo cerámico. Las técnicas tradicionales de cocción a cielo abierto con guano no son posibles de mantener con un clima como el de San Salvador de Jujuy, húmedo y lluvioso.
En 2006 viajamos juntas al ENACER de Oberá, encuentro nacional de ceramistas. Fue la primera vez que Eusebia se animó a hablar en público para contar y enseñar sobre su historia como ollera tradicional. Esa experiencia fue el puntapié inicial para otros viajes como el de «Barro Calchaquí» en 2016, en San Carlos, Salta, o el del Sto Encuentro Internacional de Cerámica, en 2017, organizado por el Colectivo de Cerámica de Uruguay, realizado en Minas, Uruguay.
En el año 2015, junto a otros ceramistas del país, formamos parte del colectivo «Tantanakuy Alfarero» con el cual organizamos un encuentro nacional de ceramistas en Casira (puna de Jujuy). Casira es el único pueblo alfarero de Argentina, se encuentra a 3627 m.s.n.m. en la frontera con Bolivia y mantiene vivas las tradiciones alfareras ancestrales. En esa zona se ubica un gran centro alfarero distribuido a ambos lados de la frontera, donde los límites geográficos van desdibujándose a lo largo del río Calahoyo. La región se encuentra unida desde épocas pre incaicas por esta tradición ollera. Los pueblos del lado argentino son: Cieneguillas, Calahoyo y Casira. Del lado boliviano: Berque, Chagua, Chipihuayco y Casira boliviana. Los antiguos habitantes precolombinos eran los Yavis o Chichas y durante el imperio incaico se instala una «oficina» o «tambo» Inca en Calahoyo (800 D.G.- 1350 D.G.), lo que hace suponer que el camino del Inca (en quechua, QhapaqÑan) pasaba por esa zona. La forma actual de la cerámica de estos poblados tiene raíces en ese pasado prehispánico, conservando en los nombres de las piezas el quichua: puco, yuro, chua, birque, manka, aisana, tahuancha.
El código QR fue realizado con materiales que trajimos de las montañas de la puna jujeña. Mantiene los colores y la textura típica de las ollas. Usamos una arcilla plástica y fácil de modelar denomi­ nada Tturu Puka (barro colorado) en combinación con un antiplástico «Pirka» (piedra). Esta unión de materiales es lo que hace a las ollas de la zona particularmente resistentes al fuego.
Para hacer el QR trabajamos juntas en mi taller de Alto la Viña en San Salvador de Jujuy combinando saberes y experimentando técnicas.

Florencia Califano – Octubre 2017